“Una transición excepcional. La última transición argentina y sus desafíos para las ciencias sociales” se tituló la conferencia que fue dictada por el doctor Joaquín Baeza Belda en el Seminario Permanente de Historia de Chile Contemporáneo.
17.05.2019
El doctor David Aceituno, profesor del Seminario Permanente de Historia de Chile Contemporáneo, invitó el pasado 15 de mayo al doctor de la Universidad de Salamanca, Joaquín Baeza Belda, para que presentara sus estudios sobre la última transición en Argentina.
“La última dictadura cívico-militar, autodenominada como Proceso de Reorganización Nacional, o El Proceso, gobernó la Argentina desde el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976, derrocando al gobierno constitucional de la presidenta María Estela Martínez de Perón (justicialista), hasta el 10 de diciembre de 1983, día en que asumió mediante sufragio, el Presidente Raúl Alfonsín (Unión Cívica Radical)”, informó el investigador.
Baeza explicó que en el año 1976 se estableció la Junta Militar (que tomó el nombre oficial de Proceso de Reorganización Nacional), liderada por el teniente general Jorge Rafael Videla, el almirante Emilio Eduardo Massera y el brigadier general Orlando Ramón Agosti, y que permaneció en el poder hasta el año 1983.
De acuerdo al investigador el tema de la relación entre partidos y militares era un tanto extraña en ese momento. Los militares llegaron al poder el año 76 con un discurso muy en contra del peronismo y otras coaliciones. “Los militares aludían que los partidos eran los causantes de la crisis y el populismo que se estaba viviendo. No fueron eliminados en este periodo, pero tenían algunas restricciones como no hablar con la prensa”, puntualizó.
“En 1981 Videla entregó el poder al militar argentino Roberto Eduardo Viola y algunos ven en esto una especie de liberalización del régimen más que una transición en sí misma”, puntualizó el investigador.
Recién el año 1981 hubo un intento de diálogo con los partidos de parte de Viola. “Eso fue una especie de relajación a la represión, respecto a lo que se estaba viviendo previamente. Sin embargo, no se debe ver esto como un intento de democratización”, destacó Baeza.
Hubo fuertes divisiones dentro de las fuerzas armadas y en el mismo ejército. Viola que debía ser Presidente a lo menos durante 4 años, estuvo de marzo a diciembre de 1981 en el poder, porque la Junta Militar lo declaró incapacitado para ejercer esta función “por problemas de salud”. El 22 de diciembre de 1981, el general Leopoldo Fortunato Galtieri, se convirtió en el nuevo mandatario de facto de su país. “No había en ese año un proyecto de volver a las urnas o de democratización”, aclaró Baeza.
Galtieri endureció las condiciones del régimen, no obstante, los partidos políticos y en el escenario internacional se empezó a cuestionar el tema de los derechos humanos en Argentina. Todo este panorama complicó la política de Galtieri.
Guerra de Las Malvinas
La guerra de las Malvinas o conflicto del Atlántico Sur (en inglés, Falklands War) fue un enfrentamiento bélico entre Argentina y el Reino Unido que sucedió en las islas Malvinas, Georgias del Sur y Sándwich del Sur.
Este conflicto se desarrolló entre el 2 de abril y el 14 de junio de 1982. “En Argentina, la derrota en el conflicto precipitó el fin de la Junta Militar de la dictadura autodenominada Proceso de Reorganización Nacional que gobernaba el país. Posteriormente, en octubre de 1983, se realizaron elecciones, y en diciembre de ese año, se instaló un gobierno democrático”, precisó el investigador.
“Este inicio de la transición fue complejo, ya que no fue un proceso lineal o gradual hacia la democratización. Luego de la derrota en la Guerra de las Malvinas quedó claro que el régimen no podía continuar, sin embargo, los cambios fueron paulatinamente sucediendo. Por una parte, los militares sabían que tenían que dejar el poder, pero siguieron controlando gran parte de este proceso. A ellos les importaba una salida lo más ordenada y digna para ellos, protegiendo sus intereses y por, sobre todo, que todos los crímenes que habían cometido no fueran juzgados”, concluyó Baeza.
Natalia Cabrera Vásquez
Instituto de Historia